Me moría por probar las nuevas creaciones de Hector y vaya si no nos hizo esperar unos buenos años... Pero valieron la pena! El ambiente muy relajado y acogedor, un bellísimo bar y la atención impecable. El menu es arriesgado pero a la vez apetecible. Empecé la noche con una copa de vino sugerido por el mesero y me sorprendió, seguimos con unos tacos de tocineta oriental que estaban exquisitos y crujientes. Como plato fuerte escogimos el rib-eye. Puedo decir que el termino estaba perfecto y el puré de acompañamiento esta para chupar el plato. Terminamos la noche con un terrine de chocolate súper sedoso y chocolatoso, sin duda poniendo en evidencia la buena técnica francesa que maneja Hector. Super super recomendado.