Es uno de esos lugares que no se olvidan. Con mi esposa teníamos la intención de visitarlo desde hace varios meses por varias recomendaciones que nos habían dado, pero hasta ahora logramos ir. Se trata de un pequeño restaurante con dos mesas y una barra atendido por su propietaria, doña Rosa Pu, quien también es antropóloga y con un buen tema de conversación. El lugar es sencillo pero agradable. Según cuenta, mientras prepara la comida, su carrera de antropología le permitió re descubrir las distintas técnicas precolombinas de preparar los alimentos y aplicarlas a la cocina actual y por lo tanto en su restaurante “reinterpreta la cocina antigua maya para hacer platos modernos. Al momento de llegar y ver el menú, es difícil decidirse ya que cuenta con una gran cantidad de opciones, una mejor que la otra. Luego de recibir algunas sugerencias de otros comensales, pedimos un Pato en K’axob y unos Camarones de Rey Kiq’ab. Todo lo preparan en el momento con productos del día, por lo tanto es probable que algunos platos no estén disponibles en ese momento. De beber ofrecen una variedad de refrescos preparados también con ingredientes similares; pedimos refresco de cacao y un “siquil” que es preparado a base de maíz blanco, según recuerdo. Excelentes. Al lugar hay que llegar con tiempo, hay dos o tres parqueos públicos en el area. Adicionalmente también preparan platos más sencillos para llevar. Sin duda alguna es una excelente opción para comer comida guatemalteca bien elaborada (distinta a la que comúnmente conocemos como “típica”, ¡esta no es “comida típica”! es comida guatemalteca gourmet, al menos así la consideré yo). Totalmente recomendado, sin duda es un lugar al que volveré pronto.

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